Cada vez escucho con más frecuencia que los médicos no ven a sus pacientes o que los centros médicos están cerrados.
Nada más lejos de la realidad.
Es cierto que llevamos un año complicado. También lo es que hemos estado filtrando qué pacientes necesitan verse y quiénes no. Esto habrá llevado a algunas situaciones no deseadas, pero siempre ha primado la seguridad tanto para los pacientes como para los que trabajamos en sanidad.
A nivel general, es verdad que hemos instaurado en los centros de atención primaria ciertos filtros para valorar a los pacientes. Hasta hace un año eso era impensable porque todo aquel que lo deseaba podía acudir al centro médico.
Quizás no todo el mundo necesitaba venir.
Ahora hablamos por teléfono inicialmente, valoramos cuál es el problema y si lo consideramos necesario ofrecemos una cita presencial para ver al paciente. Puede que haya que mejorar cómo lo hacemos, pero necesitamos tiempo para cambiar un modelo que precisaba revisarse.
Es también cierto que hemos estado abiertos y atendiendo de forma presencial todo el tiempo. A diario, en mi centro, acuden personas que precisan ser atendidas y se les atiende.
Pero además hemos salido a los domicilios. Aquí hace falta reconocer el esfuerzo que han realizado, tanto médicos de familia como personal de enfermería, para continuar visitando a sus pacientes.
Desde una visión más personal, hemos estado atendiendo de forma presencial tanto en el centro como en los domicilios durante todo este año. En algunas ocasiones, hemos llamado por teléfono antes de visitar a un paciente para saber qué es lo que ocurría. Eso nos permitía decidir si la visita la hacíamos con protecciones o sin ellas, además de las ya habituales mascarillas.