A finales del 2018 concluí mi labor como coordinador y poco después me surgió la oportunidad, por tercera vez en mi carrera profesional, de volver a la atención domiciliaria. En este caso, se trataba de realizar avisos para compañías privadas en Sevilla y su provincia.
Aquí de nuevo he tenido la oportunidad de trabajar más cerca del paciente, llegar a su casa y poder ayudar en lo posible a mejorar su salud. Estos dos años me han servido para valorar la situación actual de muchos pacientes en su domicilio y, en un número elevado de ellos, he visto un patrón que se repite.
Actualmente, existe un déficit de la atención a domicilio de pacientes que, por diferentes situaciones, no pueden desplazarse a un centro médico. Esto ocurre de manera más acentuada en personas de edad avanzada.
Es cierto que la atención puntual de una situación de urgencias está razonablemente bien cubierta, pero la atención continuada en el tiempo (lo que en Medicina de Familia se conoce como longitudinalidad) es algo más complicado de resolver.